El hecho de que la Boca de Dragón sea una de las plantas más
comunes en jardinería, por su fácil cultivo e inagotable capacidad para
originar variedades cada vez más espectaculares, y al tiempo sea una de las más
estudiadas por su facilidad de hibridación, siendo un modelo clásico en esta
cuestión desde los tiempos de Darwin, hace que pasen bastante desapercibidos el
resto de los componentes de este género, de carácter eminentemente ibérico.
Es cierto que la especie más popular es Antirrhinum majus, que ocupa básicamente la región alpina (Pirineos
y Alpes), pero de las 24 o 25 especies de Antirrhinum
sólo 1 es ajena a la Península Ibérica, mientras que 20 son exclusivas de ella.
Se trata además de un género con un patrón de especiación muy característico de
nuestra península, pues como han demostrado los estudios genéticos más
recientes (Vargas et al., 2009) se
trata de un género en el que todas las especies se encuentran muy próximas, lo
que supone una diferenciación reciente. Se cree que durante el final del
Plioceno y el Pleistoceno se formaron por aislamiento geográfico, debido a
fuertes variaciones climáticas, un puñado de endemismos con un posible origen
en el sureste peninsular. Estos endemismos en época de bonanza climática
extenderían sus áreas de distribución iniciando una cadena de contactos e
hibridaciones entre ellas que condujeron al surgimiento de nuevas especies. Así
hoy, aún dentro de su afinidad, pueden reconocerse un grupo de especies del
noroeste ibérico, otro del noreste y otro del suroeste que nos orientan un poco
sobre estos contactos.
De las cuatro especies presentes en Extremadura : A. grosii, A. graniticum, A. meonanthum y A.
onubensis, yo siento especial debilidad por la primera, la Boca de Dragón
de Gredos, exclusiva de las sierras de Gredos y Béjar entre Ávila, Salamanca y
Cáceres. Siempre he tenido la impresión de que es una especie menos abundante
de lo que se piensa, su facilidad de observación puede inducir a pensar que es
una planta abundante cuando sus poblaciones, dados sus hábitos rupícolas, nunca
son muy numerosas. Hace años intenté hacer un censo de la especie en
Extremadura, para lo que me recorrí todo el tramo cacereño de las sierras de
Gredos y Béjar. La especie presentaba una distribución casi continua desde la
sierra de Béjar de Tornavacas hasta Madrigal de la Vera, en el centro mismo de
Gredos. Pero, lógicamente, sólo aparecía en los lugares adecuados por encima de
1.900 m agrupados en 10 poblaciones que a su vez se dividían en subpoblaciones,
algunas de un solo individuo. En total algo menos de 300 individuos de todos
los tamaños y, aunque el censo en la zona de Riscos Morenos y El Cancho
seguramente infravalora la población real, su número no creo que alcance los 400
individuos.